Si hay una cosa que hemos aprendido a lo largo de estos años de explorar lo humano a través del cuerpo, la energía y la conciencia es lo bien que nos vienen paladas de las grandes de tierra, lo que conocemos en bioenergética por enraizar, ejercitar el primer chakra, la base, la raíz, los fundamentos. Es la base del sostén que necesitamos para concretar, materializar, actuar y por tanto crear y manifestar aquello que deseamos, anhelamos o necesitamos.
Se trata de fortalecer, sí, pero ojo, con la tendencia que tenemos en esta sociedad de hacer rígidas las estructuras debemos al mismo tiempo flexibilizar y permitir que fluya la energía por el cuerpo y en particular por toda la parte corporal más relacionada con el primer chakra, es decir los pies, las piernas y la zona baja de la pelvis y la cadera, por tanto incluye ano y genitales. La fortaleza del abajo, fuerte como un roble pero también flexible como un bambú, es la base de una disponibilidad ante la vida y que más que tratar de abrirnos y desbloquear corazas desde una idea, simplemente suceda esta capacidad de estar presente, ágiles y espontáneos ante lo que sucede en la vida, pero desde la calma, desde el corazón.
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