Desplegar el movimiento vital, el placer, la sensualidad, la alegría de existir, el goce de compartir es transgresor y revolucionario en un mundo sostenido por el sufrimiento y el trabajo (del latín «tripalium», un instrumento de tortura). Pero ojo con el placer compulsivo, la superficialidad y el hedonismo reactivo frente esa sociedad del sacrificio: la sensación es que son más de lo mismo en el otro polo. Dar profundidad y compromiso a los vínculos que surgen del deseo y la pasión, no sólo en el terreno de lo afectivo y sexual, si no en tantas posibilidades creativas que nos ofrece la vida es conectar con nuestro segundo centro, también negado por la sociedad capitalista patriarcal. El segundo chakra es creatividad y vínculo. También potencia de vida. Volver a vincularnos, volver a crear, desde nuestro centro bajo, uterino, creador de creadores.
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