La coraza es una armadura de espinas. Cuando contactamos desde la inconsciencia tarde o temprano surge el sentirse atacado y el responder huyendo o atacando. Un camino de corazón es reconocer esas heridas y esas espinas en la estructura de mi propio organismo y comprender que cuando nos encontramos con otro ser humano es natural y sano que surja esa sensación de que parece que el otro me ataca aunque no lo esté haciendo. En realidad allí se abre una real oportunidad de transformación si detrás de esa sensación de «mi sentir», muchas veces tomado como nueva ideología absoluta, comprendo esa herida y esa reacción, y me quedo para sentir el amor que hay detrás. Lo complejo es que el viaje del otro es similar y a veces no hay tiempo de que ambos se enteren del amor o tengan la capacidad de sostener la situación. Un clásico.
