Se dice del animal libre y que vive su propia vida.
Para el ser humano, volver a ser salvaje es despojarse de esa domesticación y recuperar su naturaleza cósmica, ecológica, viva, animal, mamífera y humana. En efecto, es a todos los niveles que se produce la ruptura con nuestra naturaleza cuando somos domesticados, y necesariamente es a todos los niveles que tenemos que recuperar nuestra naturaleza para que este regreso sea auténtico e integral.
A veces se entiende salvaje sólo en el sentido de lo animal e instintivo, y es sinónimo de bruto, bestial. Sin embargo a nuestro modo de ver, al representar todo lo que hemos reprimido de nosotros, todo lo que en nosotros suena a animal, a mamífero, a sensible, a vivo. Todo lo que se conecta con la naturaleza no domesticada, no sometida. Al representar no sólo lo bruto sino también lo sensible, lo sutil. Cuando reconectamos con lo salvaje no sólo reconectamos con la fuerza indómita, sino con toda la sensibilidad, la sensualidad, la sexualidad, el gozo y, por tanto, con toda vida en nosotros. Y al reconectar con todo esto, simbolizado tradicionalmente con lo de abajo, la tierra, también reconectamos directamente con lo de arriba, el cielo, lo «divino» o «sagrado». Por tanto reconectar con lo salvaje es abrir la puerta a reconectar con todo lo más amplio y más profundo que también somos.
Antónimos: domesticado, domesticación, sometido, civilizado, civilización.