Amo viajar por los lugares donde vivieron mis antepasados. Es una manera de corporizar, sentir y vivir toda la investigación que hago de mis propios ancestros y que siento que empodera mi propio camino. En efecto, desde antes de nacer mi tercer hijo, que este verano cumplirá 18 años, emprendí la tarea monumental de ocuparme, dentro de mi familia, de centralizar las investigaciones sobre nuestro árbol genealógico, como regalo a mis tres hijos y ahora también a mi primer nieto.